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Una voz a trav​é​s de la derrota

by Vereda

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1.
Las Cenizas 01:24
bajo las herraduras la tierra sobre la tierra el cielo entre nosotros: el polvo la ceniza y el oro el polvo: los cuerpos unos sobre otros amontonados los cuerpos con los ojos cosidos a la boca la boca llena de fuego y las manos llenas de ceniza la ceniza: la historia quemada en una brisa soplada a la espalda la ira el incendio en todas las casas la rabia clavada en el pecho de tu madre al lavar la rabia acumulada en los bolsillos de un uniforme vacío y sin oro el oro: vacío nada la daga dorada que clavas en tu ilusión hasta convertirla en ceniza y olvidarte del polvo que ya no es carne es herida vacía, nada nada. el oro, la ceniza, el polvo. nosotros, entre el cielo y la tierra, cubiertos de oro, ceniza y polvo y debajo la tierra.
2.
Infierno 03:20
Envuelto en llamas lleno de sed guardo los tallos del renacer. Si el infierno fuera un lugar, reservarían un espacio para aquello tan terrible que no debería llegar ni al mismo infierno, algo tan terrible como llorar de hambre, como el desagüe de un matadero o como una violación y en ese lugar, poder encerrar el odio. Ser en el amor, eternos Es ahí donde se encontrarán las bestias que pisan nuestros pechos encerrados en sus mundos de egoísmos inhumanos y se verán reflejados con las manos vacías de obras buenas y llorarán, llorarán con pena. Las bestias llorarán ríos de pena. El odio quedará atrapado en su trampa y las personas que antes temblaban de miedo atrapadas bajo el infinito peso de la ira navegarán juntas hasta una tierra fértil, donde se encontrarán de nuevo con el resto de seres que la habitan y podrán simplemente abrazarse. Encerrar el odio donde jamás sea encontrado. Coser pétalos a la tierra de los muertos Abrazar nuestra historia. Convertirnos en fuego. Reescribir lo que es cierto y sabernos en el amor eternos.
3.
La sombra vive en nuestra piel. Cargo mi sombra como un tumor en la espalda. Pasan los pasos que ahora pesan. En esta sombra yo no he visto la violencia, pero me voy desvaneciendo en este silencio. Un profeta me vendió la vida eterna y ahora muere bajo el peso de un dorado dios. Ya no hay bailes en las promesas de mi piel si no alcanzo con la mano el verdadero yo. La adrenalina ya no besa mis entrañas y entre árboles caídos calmo mi dolor. Se resquebraja la corteza de mi calma cuando no encuentro trazos en los que volcar mi voz. Cuando abro grietas con las uñas como garras y la oscuridad me busca tras el cristal, te vuelco en este trazo, donde no estás -aunque siempre estás-. Mi voluntad descansa bajo la tierra y si me abrazan se estrecha la oscuridad de mi alrededor. La sombra vive en nuestra piel. Cargo mi sombra como un tumor en la espalda. Pasan los pasos que ahora pesan como este reloj. La adrenalina ya no besa mis entrañas y entre árboles caídos calmo mi dolor. Se resquebraja la corteza de mi calma cuando no encuentro trazos en los que volcar mi voz. Pero siguen los abrazos a mi alrededor. Hay abrazos en cada rincón de esta trampa, me buscan me acechan, me rechazan, me abrazan los abrazos que no ven mi sombra. Y la sombra… La sombra mientras se ríe de todo, desde su alto trono de cristal. Bailando con mis versos, me abraza como si fuera una amiga, pero mientras, baila con mi tiempo y lo retuerce. Se empeña en recordarme lo que fui, lo que soy y lo que podría haber sido. Y me refugio en la tripa cubierta de los pinos, donde dejo marca de mi ponzoña. Pero en cada rincón de la trampa puedo ver cómo se deforma la realidad y mastica mis ideas. Oigo alaridos y otros solitarios que corren a estamparse contra el silencio. Corteza que atraviesa la bruma. Golpe que solo sacia un instante. Brisa que abraza un final. Y cuando todo se desborda, escribo, le grito al papel, danzo con la piel del árbol caído Cargo una sombra que carga una falsa muerte y solo me calma, danzar con la piel del árbol caído. Porque juntos, sobrevivimos.
4.
Los Ojos 04:30
Somos incapaces de abrir los ojos para entender que somos insignificantes y a la misma vez únicos. únicos e insustituibles. Tierra entre el mar desde el gris fugaz. De la tierra de nuestros ojos brotará un verso nuevo o nacerá la muerte. Hay tantos cuerpos que se apagan bajo el peso gris, para abandonar toda libertad. Escucha el estertor, no les queda luz. Yo me apagaba en esta jaula donde no hay dolor, sólo hay evaporación. Me desperté para besarte y respiré otra vez. Para que nazca la belleza debe de brotar, (entre tanto gris, yo te veo a ti.) Entre tanto gris, yo sólo te veo a ti. Y aunque me pese la tierra en la mirada, llegan tus ojos como si fueran dos cometas a través de un campo de cenizas. Llegan tus ojos como dos cometas que orbitan tu carnaval de particularidades como un niño que juega por el río del que brota lo bello. Un niño que se hunde bajo el sonido del despertador que se estampa contra los oídos para arrancarnos la libertad de las pupilas. Pero están los ojos, como dos cometas que agrietan el asfalto que cubre todo lo bello. Tus ojos, brillando como brillan las cosas que son buenas para iluminarnos y la luz se cuela entre las grietas como quien inunda el verso de sangre y corres a ser el poema, a vivir el poema, a ver el poema a través de tus ojos, donde se siembra la vida, para que brote lo bello, aunque nos pese la tierra en los ojos. Aunque nos pese la tierra en los ojos Somos los hijos de los únicos. Somos los hijos de los únicos Mi familia la leo en las páginas de los libros. Están muertos, bajo tierra. Fusilados por los soldados de la ira. Poetas, libres y pobres con los ojos llenos de tierra las raíces entre sus huesos y de los árboles que brotan de sus cuerpos. De los árboles que brotan de sus cuerpos, se alimentarán nuestras canciones. De la tierra de nuestros ojos brotará un verso nuevo o nacerá muerte.
5.
Sendero 03:33
Otro paso, otra roca. Otro paso, otra roca. El sendero pintado de hojas que nadie ha visto caer. Otro paso, otra roca. Acaricio este tronco donde busco un apoyo. Otro paso, otra roca. Este árbol me abraza sin voz, con su sangre. Otro paso, otro paso a la cima, donde nadie me espera. Avanzo por este sendero en busca de una visión panorámica del paisaje, algo más allá de la oscura hojarasca que envuelve mi camino. Llegar a la cima, ver el agua a mis pies, lista para ser el naufragio de tanta belleza, dispersa entre nieblas heladas. Para verte caer, como los árboles en la tormenta, como las hojas que pintan el suelo del bosque, que nadie ve cuando caen de tus ojos, pero, ¿Cuántas hojas deben caer en silencio hasta inundar este bosque? Para verte caer, como los árboles, como las hojas que nadie ve cuando caen de tus ojos. ¿Cuántas hojas deben caer en silencio hasta inundar este bosque? ¿Pero cuántas hojas deben caer en silencio hasta inundar este bosque? Y vuelves a descender y la caída es resbaladiza, la lluvia humedece tu piel y buscas refugio en la sombra, pero nunca te alumbrará de lleno el sol mientras admires la sombra que te cobija. Y otro paso, otra roca. La inercia de correr al huir y la huida se vuelve resbaladiza. El peso que cargo aplasta mi luz. Quiero soltar esta carga, quiero volar sin el peso que aplasta mi luz, pero, ¿qué hago si soy yo mismo el peso que cargo? Al final, llego a casa, me lavo la cara y abrazo la luz…
6.
7.
Caer 04:30
He visto la ilusión caer ante los ojos, el cristal clavado entre encías sonámbulas y el amor corromperse hasta volverse cicatriz, con una pena tan poco propia que suena a hueco. Una pena que cae sobre nosotros Como cae la pena por la tráquea, los lirios en las jaulas, las cuchillas como armas, entre nuestra ansiedad. Es ahora que nos enfrentamos al peor de los enemigos, atrapados por el hambre de nuestros muertos con los huesos roídos por la bestia y la soga se cierra en nuestros cuellos. En esta sociedad hay minas escondidas en contratos que son promesas. Minas que estallan en los comedores para repartir la metralla entre las familias y quebrar las sonrisas que aguantan las paredes de los pisos para que se hundan sobre los corazones de los niños como estacas que amarran el cambio. Promesas de sueños esculpidos en las cenizas del dinero que arde en los bolsillos de los muertos. Promesas que caen en estómagos vacíos como cerillas en una bala de paja. Y se mira con recelo al que tiene y al que pide y no se mira, se teme, se teme la caída, el paso que trae la caída. Cuando pesa el aire que no se quiere respirar y la voz se pierde en nudos de tierra seca por estómagos que están vacíos. Ahora que te veo temblando de frío, encogido como nunca, callado y perdido, te grito entre abrazos que no siempre te tocan: Te he visto volar y la bestia no alcanza a tocarte. Caen Como el tiempo contra el cuerpo del joven. Como el puño sobre la mesa donde el hambre acecha. Como caen los ojos cuando da miedo mirar. Como cae el mito, cuando nada vale. Como cae la soga Ahora que te veo temblando de frío, encogida como nunca, callada y perdida, te grito entre abrazos que no siempre te tocan: Te he visto volar y la bestia no alcanza a tocarte.
8.
He plantado un poema en la tierra con la esperanza de que nazca un roble, un manzano o un cerezo y puedan comer a los animales y así sentirme útil. Porque en este cómodo y agradable incendio, me apago. Un puño de luz y cristales golpea con odio el centro de mi tórax para hacer brotar la fuente de la que beben las sombras, y yo solo sé temblar contra el frío de la noche y buscar la huida donde no estoy, donde solo hay dientes rotos, ojos tristes y sonrisas trémulas, allí donde el vacío marchita mi cráneo. Y me soy inevitable. Golpeo mi frente para destrozar el óxido que me corroe y solo sangro hastío. Pero quiero estampar esta sangre en el papel y trazarla hasta que sea bella, hasta que sane heridas, hasta que suene a trueno.
9.
La Derrota 02:47
Llegamos a la guerra con la derrota en el pecho clavada y la victoria en las palmas de las manos como manzanas teñidas de oro. Ahora tememos mirar hacia dentro donde suenan las flores y el fuego. Porque nos han contado más de la derrota que a ninguna otra generación sin haberla vivido nunca. Ojalá atrevernos a soltar los hilos que nos manejan, sacar la cabeza por la ventana y gritar como un trueno que desborda. No quiero dejarnos caer. No quiero vernos perder. No van a dejarnos vencer. No voy a dejarnos arder. Un grito a través de la derrota como un trueno que desborda. Y ahora, que es más fácil que nunca sobrevivir en occidente, pero la felicidad se estremece perdida en rincones oscuros y en carne vendida a la maquinaria, nos subimos al escenario para desgarrar un poco de nuestra coraza. Sentirnos parte de algo, parte de alguien. Mirar hacia delante. Saber que no podemos ganar. Saber que perdemos un poco cada día, pero que no lo hacemos totalmente solos. Convertirnos en vereda que lleve nuestra voz a través de la derrota, como un trueno que desborda. No quiero dejarnos caer. No quiero vernos perder. No van a dejarnos vencer. No voy a dejarnos arder.
10.
Cementerios 04:23
¿Habéis visto alguna vez las flores que nacen y mueren en los cementerios? Las flores que no encuentran su lugar sobre las tumbas, si no dentro de ellas, entre las cenizas que cubren los restos de los muertos que pudieron besar las lágrimas de quienes amaban y tallar su recuerdo como un ramo con pétalos en llamas. A los muertos, fuego y flores. ¿Habéis pisado alguna vez las amapolas que brotan de las lágrimas de los vivos? Allá donde el fuego se empeña en arder por cada garrote que cruza la garganta de los valientes y los insensatos que se ataron el cuerpo con odio y ahora son restos quebrados por el incendio. A los muertos, fuego y flores. Campos de amapolas que gritan a las antorchas que arrojaron sobre las ideas de libertad y revolución, como quien estampa claveles en el ojo de la violencia. Cementerios que nadie escucha, nombres sin placas en calles, calaveras sin flores en la frente, mientras en las tumbas del fascismo sigue habiendo flores frescas cada mañana. y se levanta la voz para crear incendios en las casas, donde aprenden y juegan las niñas y los niños y han puesto trapos de colores en sus bocas para quitarles el hambre y colores en sus ropas para que las hondeen sobre sus hombros y tiemblen de frío. Mientras arden los campos de amapolas y se quiebran las lápidas del dolor. A los muertos, fuego y flores. ¿Habéis logrado verlas? ¿las flores que nacen y mueren en los cementerios? ¿Las amapolas que brotan de las lágrimas de los vivos? ¿Habéis visto las higueras crecer en el patio de los pobres? ¿Os habéis sentado a su sombra a escribir poemas de amor? ¿Os habéis sentado alguna vez a la sombra de una higuera a escribir poemas de amor? ¿Os han arrancado el cuerpo para lanzarlo a un incendio de muertos de hambre? ¿Habéis visto entrar la muerte por la ventana y habéis saltado a por ella? ¿Os ha besado la frente la metralla, la peste y el barro? ¿Os ha llorado la tierra y el cielo? ¿Cómo escupís odio, si no habéis probado el hambre? ¿Cómo gritáis guerra si no habéis probado la muerte? Será nuestro objetivo ver el incendio y no agarrar las antorchas, para que nuestra voz sea la tumba del dolor.
11.
Un Beso 02:17
Dos seres se miran mil ojos observan una mano les para y ahora, ¿qué hacemos con la rabia? ¿Cuánto fuego hace falta? ¿Cuánto fuego hace falta para helar un beso? Primavera de los noventa. Dos adolescentes juegan a besarse como mil caballos galopando sobre el fuego de la infancia, sus labios de espuma son olas que juegan a abrazarse y sus temblores son volcanes que todavía no han nacido. Se esconden para ver las estrellas en sus pulsos y descubrir que florecer no es solo para las líneas rectas. Descubrir que en sus caricias se astilla el ataúd que oprimía su pecho y que no están tan solos. Pero una voz firme como una guillotina les separa. ¿Cuánto fuego hace falta? ¿Cuánto fuego hace falta para helar un beso? Nace la rabia un beso hecho escarcha quiere brotar el odio donde solo había luz donde solo había luz nace la rabia ¿Cuánta luz hace falta? ¿Cuánta luz hace falta para encender un beso hecho escarcha? ¿Cuánta luz hace falta?
12.
Luna 01:22
13.
Lirios 06:51
Con cada lirio que entierro en mi pecho cuando me escondo de la luz, gana el miedo. Por cada paso trémulo entre las sombras, gana el miedo. Por cada mirada de reojo ante el vacío, gana el miedo. Gana el miedo cuando piso las raíces de mi pecho donde planto todo lo que quiero llegar a ser y todo lo que quiero conseguir. Porque no me planteé qué era lo que me llevaba a sobrevivir en la ciudad a la que llamamos hogar en vez de vivir como si fuera digno de ello. He tenido que escapar de este miedo. Porque no he sido capaz de encontrar un lugar donde poder sentir que mi sensibilidad no es triturada bajo las necesidades empresariales de hombres y mujeres más atentos a los flujos bancarios que a la esencia de las lágrimas de la decadencia con que ahogamos los lirios que nacen entre las grietas de este asfalto. Lirios que se oxidan en las calles. Lirios que caen como muertos en el punto incentral entre las oficinas, los restaurantes y las fábricas, donde no puedes agarrarte a los sueños para abrigarte del hambre. Lirios que se esconden bajo el óxido. Lirios rociados por el humo y la tragedia. Lirios devorados por el miedo. Vivir sin miedo. Sería más fácil, vivir sin miedo y ser más libre. Hacer brotar los lirios en tu cuerpo y plantar cada día un lirio en tu pecho. Un lucero, en tu pecho. Plantar un lucero, en tu pecho. He crecido en este cultivo industrial de humanos, donde han acabado floreciendo los temblores que sembraron en los mapas donde he marcado mis fracasos más que mis aciertos. Y ahora no sé escoger entre mis miedos, que se amontonan en nuestros pechos. Porque me aterra la posibilidad de vivir con la presión del dinero escaseando sobre mi cabeza como si alguien hubiera cubierto mis sueños con una máscara de plomo, pero nadie me ha inculcado el miedo a no llorar ante la insensible comercialización de la globalización de la tragedia. Nadie, nadie ha cubierto mi pecho de miedo a no abrazarme a las sonrisas que no alimentan este engranaje. Nadie me recuerda que me estremezca ante la posibilidad de que mi jornada laboral estrangule la posibilidad de besarnos. Nadie me ha inculcado el miedo al vacío que deja en nuestra generación esta indiferencia soterrada que golpea en la parte oscura de los huesos, esta falta de fe que nos aleja de moral alguna, este templo de todos invadido por la vergüenza y el miedo. El miedo sigue formando parte de nosotras como la sangre forma parte de las venas. Como los árboles forman parte de los libros. Como la savia forma parte de los lirios. Pero nadie me había dicho que se puede vivir sin miedo y quizás sería más fácil, vivir sin miedo. No permitir que el miedo consiga alejarnos. Vivir sin miedo. Matar un miedo cada día. Planta un lirio en tu pecho y que florezca de tus huesos. Hunde un lucero en tus venas y que crezca contigo. Que brote en tu pecho y que sea bello. Que dé luz, que sea libre y cruce el cielo. Vivir sin miedo, sería más fácil vivir sin miedo. Vivir más libre, más fácil. Planta un lucero en tu pecho y que crezca contigo. Que sea libre, que sea bello. Vivir sin miedo.

credits

released November 11, 2022

Vereda:
Albert Svn
Adrián G. Ruiz
Kevin León Borges
Edu Morales Ojeda
Simón López Carballeira

Guitarras adicionales en Infierno por Víctor García-Tapia (Ànteros)

Grabado y mezclado en Wheel Sound Studio por Txosse Ruiz
Masterizado en Ultramarinos por Víctor García
Artwork de Darkhorse Estudio (Víctor García-Tapia)

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Vereda Barcelona, Spain

VEREDA somos Edu, Kev, Adri, Simón y Albert haciendo música desde 2021 para crear algo bello e intentar ser una voz a través de la derrota como un trueno que desborda.

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